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10 razones para aborrecer la publicidad en Internet
1. Ya hay demasiada publicidad en el mundo real
Periódicos, televisión, radios, vallas publicitarias en las calles y las carreteras. La publicidad es ubícua. Recibimos publicidad no deseada en folletos al salir del metro o pasear por la calle. Publicidad en papel inunda el buzón de nuestra casa. Recibimos llamadas de teléfono que no esperamos, con las que intentan vendernos algo que no necesitamos. Mensajes a través de SMSs que no nos interesan. Nos obligan a ver anuncios antes de las películas en el cine.
2. Los anunciantes intentan «matar moscas a cañonazos».
Esto también sucede en el mundo real: la mayor parte de la gente no quiere saber nada de la publicidad, de modo que la respuesta es «más publicidad todavía». En la Red los ratios de clic en la publicidad en forma de banners o anuncios de texto son menores del uno por ciento normalmente. A veces incluso tan bajos como el 0,1%. Sin embargo, medios y anunciantes consideran eso todo un éxito.
Ofrecen sus productos a 1.000 personas y aunque 999 gritan «¡hey, no nos interesa un pimiento lo que nos estás contando!», consideran que tienen que seguir insistiendo. En Internet los estudios demuestran que con el tiempo las personas desarrollamos «ceguera a los banners», o a cualquier nuevo formato. Al menos la naturaleza es sabia.
3. La publicidad en la Red es unidireccional.
Al igual que en el mundo real, los anunciantes bombardean con su publicidad en un sólo sentido: hacia ti. Pero resulta obvio que en realidad no les interesa mucho la opinión de la gente. Aunque te pidan tus datos y tu e-mail para luego enviarte más publicidad.
¿Has probado alguna vez a enviar un correo dejar un mensaje a una empresa que se anuncia en la Web? Tendrás suerte si un robot te contesta. O si te responden por tu nombre y aciertan. Pocas veces hay excepciones. La realidad es que quieren que compres, pero no quieren escucharte.

4. La publicidad crea falsas esperanzas.
Muchos pequeños webmasters, autores de weblogs o propietarios de pequeñas páginas piensan que poniendo publicidad en su web ganarán algo de dinero como para vivir mucho mejor, resolver sus problemas o mantener su negocio. Pero en realidad sólo una extremadamente pequeña minoría de empresas y profesionales gana realmente dinero con la publicidad en Internet.
Y normalmente son los intermediarios. De modo que la inmensa mayoría, con sitios web pequeños y medianos, reciben migajas en publicidad. Pero para justificarse intentan hacer ver a los demás lo bien que les va, al más puro estilo del márketing multi-nivel. En realidad toda esta gente convierte a veces un hobby casi en un trabajo. Y a lo mejor hasta se sacrifica un poco para nada, basándose en falsas esperanzas. Al final, no disfrutan de su experiencia en Internet. Y no hacen disfrutar a los demás.
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5. Un porcentaje enorme de la publicidad está diseñada para engañar.
Especialmente a los niños y a las personas más débiles. En televisión sólo pueden mentir diciendo que lo que anuncian es mejor, más barato, más nuevo, más sabroso o que lava más blanco. Nunca te dirán, por ejemplo, que vas a morir. Pero Internet es el caldo de cultivo ideal para la publicidad realmente engañosa, porque es menos controlable que otros medios.
Muchos anuncios de recargas de móviles, logos, tonos y juegos llevan a trampas en números 806 de tarificación adicional, de cuestionable legalidad. Los anuncios de casinos y sitios de apuestas buscan el oscuro lado ludópata de las personas más débiles, con menos autodefensas o fuerza de voluntad. Pasan por alto la legislación que prohibe esos anuncios en el mundo real.
6. La publicidad contamina la Red, en especial los buscadores.
La utilización de publicidad en forma de enlaces de texto, por ejemplo, es engañosa y contaminante. Pretende estar dirigida a las personas que leen las páginas aunque en realidad sólo sirve para la lean los robots de los buscadores, como Google. Pretenden «chupar» y «transmitir confianza» de sitios importantes, aprovechándose de la reputación de esos sitios en que ponen la publicidad. Algo que de otro modo nunca conseguirían. Y todo esto, sólo para aparecer más arriba, mejor «posicionados» cuando la gente busca ciertas palabras en Google o Yahoo.
Al existir este formato de publicidad, del cual son culpables tanto los anunciantes como quienes admiten esos anuncios, el orden natural de los resultados de búsqueda queda contaminado. Puede aparecer más arriba quien más dinero tenga, no quien más relevancia tenga. Quedan contaminados los servicios principales, más importantes y más usados de la Red: los buscadores. Cuando una persona va a un buscador da por supuesto que los primeros resultados naturales serán los mejores, no los que más dinero haya gastado en una campaña de publicidad
7. Mucha publicidad no está identificada: es engañosa y deshonesta.
Como si fuera motivo de vergüenza, muchos sitios web y muchos anunciantes se niegan a marcar la publicidad con un claro letrero que diga «PUBLICIDAD». A pesar de que la ley obliga a ello en muchos países. Muchos sitios simplemente no ponen nada. Otros utilizan eufemismos como «Recomendamos», «Sitios Seleccionados», «Pub», «Top 123», «Selección», «Agradecimientos a» y similares.
Algunos sitios publican contenidos procedentes de contratos publicitarios, patrocinios o esposorizaciones, pero sin indicar que cobran por ello. Algunos bloggers también lo hacen, incluso hay blogs enteros que son publicidad. Esto hace que no se pueda confiar en la honestidad de muchos sitios web, ni en los contenidos que publican. Hay que hacer un esfuerzo extra para distinguir los honrado de los «comprado».

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8. Todos los formatos de «spam» son publicidad.
Este gran problema de Internet, de muy difícil solución en todos sus encarnaciones (correo electrónico, spam en comentarios en los blogs, spam en buscadores, etc.) tiene un origen sencillo de entender: la publicidad masiva y de bajo coste es rentable.
Si alguien manda un millón de anuncios de Viagra y sólo un par personas compran, eso es suficiente para rentabilizar el negocio. Esas faltas de respeto a la privacidad y esos absusos de la arquitectura barata de Internet son lamentables, y no hay años de cárcel que compensen el tiempo que ha perdido en combatir el spam toda la población mundial de Internet. Por suerte, el spam es ilegal desde hace poco. No todos los publicitarios son spammers, pero todos los spammers basan su negocio en la publicidad.
Llenan el tráfico de Internet con su correo basura, sus millones de páginas web falsas, sus granjas de enlaces, sus contenidos falsos, sus robots que spammean comentarios en los weblogs. Por desgracia, para muchos negocios que no entienden bien las reglas de Internet, la tentación de enviar correos no solicitados para vender algo es tan alta (y tan barata) que en su ansia por vender más y ganar dinero llegan a buscar y emplear cualquier resquicio legal para justificar un envío de publicidad: «Como compraste una vez un dominio en nuestro ISP, te ofrecemos ahora revelar tus fotos digitales en esta fabulosa tienda de otra empresa con la que nos hemos asociado».
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9. La publicidad no respeta las reglas no escritas de la Web ni de Internet.
Hay toda una carrera armamentística en la historia de las técnicas publicitarias que no respeta la filosofía original de Internet, ni sus «reglas no escritas», ni muchos de los estándares y tecnologías en que está basada.
No es honesto abrir una ventana publicitaria cuando un usuario llega a una página web, porque no es eso lo que ha solicitado el programa navegador. Pero el crash de Internet de 2000 hizo que bajaran los ingresos por publicidad y algún idiota inventó los pop-ups para poder vender más.
Seamos realistas: si todas esas técnicas fueran técnicamente respetables, no existirían ni el software bloqueador de publicidad ni el «software anti-spyware». Curiosamente, años después de inventarse todas esas técnicas, ahora ese software anti-publicidad va incluído de serie en los más importantes navegadores web y sistemas operativos.
10. La publicidad en Internet es estúpida.
Todas las promesas de los 90 sobre publicidad perfectamente segmentada para cada persona según su ubicación física, sus intereses, su perfil de gustos, compras, y todo lo demás, era mentira. Sencillamente, no funciona. No hay que ser ningún genio para darse cuenta de que tampoco funciona ahora, siglo XXI.
Verás publicidad en inglés aunque no hables nada más que español. Anuncios de sitios que no están en tu ciudad y donde nunca comprarás. Productos para hombres aunque seas mujer, anuncios de cosas que no encajan contigo o que odias. Vaya, no es muy distinto de la televisión.
Si en este artículo hay términos que no entiendes y quiere saber más sobre ellos puedes ir a nuestro Diccionario de términos informáticos y sales de dudas.
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